
La ministra de Seguridad incrementa su cercanía con el Presidente y el consultor suma cada vez más influencia. Los mensajes políticos a Mauricio Macri y Victoria Villarruel. Quién es quién en el entorno del asesor presidencial.
l viernes se cumplió un año de ese diálogo y del primer abrazo público entre Javier Milei y Patricia Bullrich después de la primera vuelta electoral y de la derrota de la candidata de Juntos por el Cambio. Bullrich había acordado con Mauricio Macri y el economista libertario, en la casa del ex presidente en Acassuso, que el PRO apoyaría al postulante de La Libertad Avanza en el balotaje frente a Sergio Massa, y sellaron ese trato con un abrazo efusivo en los estudios de A Dos Voces, en TN, repleto de fotógrafos. Semanas atrás, se habían cruzado con munición gruesa en el debate presidencial, y la ex candidata incluso lo denunció penalmente en plena campaña por la durísima acusación de su anterior rival: la trató de “montonera asesina” y de poner “bombas en jardines infantes”.
Un año después, Milei y Bullrich atraviesan su mejor momento personal. La ministra de Seguridad se coló en la mesa chica del Presidente, su opinión es valorada, fascinó a toda la cúpula libertaria con la implementación de su protocolo anti-piquetes, está política e ideológicamente mimetizada con el proyecto libertario, integró a los diputados bonaerenses que le responden al bloque oficialista, y hasta circuló en estos días en el bullrichismo que el Presidente, deslumbrado con su ministra, le habría propuesto, como un deseo a futuro, la posibilidad de llevarla como compañera de fórmula si es que el jefe de Estado intenta revalidar su mandato en el 2027.
En LLA se regodean con Bullrich, y la ministra, que tiene una altísima estima entre los votantes libertarios, se deleita a tiempo completo con ese regodeo. Es un juego a dos puntas porque, además, la simbiosis entre el Presidente y la funcionaria tiene, en simultáneo, otro objetivo: marcarle un límite al jefe del PRO, que se debate entre la posibilidad, aún incierta, de un acuerdo electoral con el Gobierno o el solo apoyo al Ejecutivo en el Parlamento.
“Esta es una relación de a dos”, repite Bullrich en privado, según su entorno, en referencia al vínculo entre ella y Milei. Dice “de a dos”, no “de a tres”: una alusión directa a Macri.
En el Gobierno, también cerca de la ministra, juegan con la opción de Bullrich como candidata a senadora el próximo año por la Ciudad, un verdadero desafío al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y especialmente a su primo, preocupado por el futuro de la casa matriz del PRO que administra ese espacio de manera ininterrumpida desde el 2007, y que el ex presidente no está dispuesto a ceder en ninguna negociación. “El año que viene hay que sacar a esto del Senado, poner alguna PIBA valiente que realmente represente a los porteños”, escribió hace algunos días en sus redes el legislador Juan Pablo Arenaza, uno de los dirigentes más cercanos a la funcionaria, con una imagen de Martín Lousteau. Con el guiño de la ministra, Arenaza reprochó públicamente el código urbanístico impulsado por el Ejecutivo de la Ciudad, y estuvo bien al tanto de la ley bases anunciada la semana pasada por el bloque libertario que responde a Karina Milei, y que tomó por sorpresa a un jefe de Gobierno que ya perdió toda expectativa en la relación con la Casa Rosada.
Bullrich no quiere ser candidata. Al menos, eso dice. Pero en su entorno se divierten con las provocaciones, más aún a sabiendas de que su nombre enfurece a Macri, con el que ya no habla desde hace tiempo. La ministra propicia una alianza electoral con el PRO, pero quiere ser ella la garante de ese acuerdo. Su relación con la mayoría de la cúpula partidaria está rota. El ex jefe de Estado es el máximo exponente de ese ruptura, pero el derrame hacia abajo es notable. Cristian Ritondo, por ejemplo, juró venganza desde que ella echó con denuncias públicas por supuestas irregularidades a Vicente “Tito” Ventura Barreiro, un ex funcionario muy ligado al jefe del bloque del PRO en Diputados.
La ministra, que fue peronista de trinchera, que integró la Alianza, que se paseó por todo el arco político en las últimas dos décadas sin sonrojarse, y que ya se había encargado de la Seguridad durante el gobierno de Macri, pero encorsetada por la estrategia macro de laboratorio ideada por Marcos Peña y Jaime Durán Barba -nunca se llevó demasiado bien con ambos-, ahora se siente liberada. Cree que llegó el momento de ir a fondo, sin retroceder, y sin especulaciones, como, según ella, se administró el poder durante el gobierno de Cambiemos. Y aunque a veces difiera con algunos modales de época. Fue lo que criticó el jefe del PRO en una de sus últimas apariciones públicas, cuando dijo: “Los viejos meados creemos en otro tipo de formas”.
(*) Infobae.com.